
Españoles en la Volvo Ocean Race. Capítulo 2.- El Licor 43
Edición 1981-1982: Jorge Brufau, Joaquín Coello, Jacimo Criado, Francisco Fernández, Tomas Gallart, Santiago García-Cascon, Antonio Guiu, Sotero Gutiérrez, Jose Mora, Fernando Muñoz, Quino Quero, Juan Ramos, Rafael Tibau, Luis Vial y de Vial.
En el “paleolítico” de la vela en España, la iniciativa de Joaquín Coello llevó por primera vez un velero español a participar en la Whitbread, la regata vuelta al mundo con tripulación. A pesar de haber nacido en Salamanca, Joaquín Coello se formó como hombre de mar en Sant Feliu de Guíxols, tierra de su familia materna. Sus andanzas marineras comenzaron como ingeniero en la empresa nacional Bazán en Cartagena, donde, en ratos libres, proyectó y construyó dos prototipos antes de poner en el agua el Gudrum IV, el velero de aluminio de 34 pies de eslora con el que en 1978 se aventuraría a realizar la travesía del Atlántico, muchas veces ciñendo en potentes vientos del noroeste. Terminó en un sorprendente decimosegundo puesto, por delante de algunas figuras de la vela oceánica de entonces: su travesía en soledad le llevó 28 días y una hora.

En España, por aquel entonces no existía la esponsorización en la náutica oceánica, pero como la fábrica de Licor 43 estaba en Cartagena, Coello intentó negociar la esponsorización. No le costó mucho convencer a su propietario, gran amante del mar y entusiasta, para que apoyara su nuevo proyecto: la construcción del gran velero de 60 pies para participar en la prestigiosa Whitbread.
Pero este apoyo no era suficiente; fue necesaria la unión de los esfuerzos de organismos oficiales, como la Federación Española de vela y el INEF con Licor 43 y Bazán para que el proyecto, el barco y la propia participación se pudieran llevar a cabo.
Los ingenieros navales Joaquín Coello y Pedro Morales se pusieron manos a la obra, realizando íntegramente el proyecto del barco: un velero de 18.27 m de eslora, 5.13 m de manga y 2.98 m de calado, con 20.140 Kg de desplazamiento a plena carga, un mástil de 22.17 m de alto y una superficie vélica de 460 m2.
Bazán, en sus astilleros de Cartagena, construyó entre 1979 y 1980 el velero que finalmente fue botado el 8 de enero de 1981. El coste de esta gran empresa (barco + regata) se acercó a los 40 millones de pesetas, cifra que cubrió el sponsor principal, Licor 43, y la Federación Española de Vela.
El diseñó resultante fue un barco pesado y robusto, como debe ser un velero que pretende aguantar la navegación por los cuarenta rugientes y los cincuenta aullantes en la latitud Sur. Quizás, y solo por eso, la embarcación aguantó dos roturas del palo.
El mediodía del 29 de agosto de 1981, miles de barcos acompañaron la salida de las embarcaciones participantes en la tercera edición de la vuelta al mundo a vela. Por primera vez, un barco español, el Licor 43 de Joaquín Coello, participaba en la regata.
Después de una mala primera etapa en la que la falta de viento afectó mucho al barco español, el Licor 43 arribaba a Ciudad del Cabo, tras cubrir en 45 días, 23 horas y 20 minutos los 13.000 kilómetros de la primera etapa. Era el decimoquinto en cruzar la línea de llegada. El barco español no había tenido suerte con las encalmadas: “Allí donde no había viento estábamos nosotros”, declaraba Joaquín Coello. “La etapa ha sido larga y pesada, pero no dura”, concluía a su llegada. Los diez tripulantes, salvo algunas leves indisposiciones y dos gripes, llegaron en buenas condiciones.
El Licor 43 esperaba la segunda etapa con ganas de revancha tras el fiasco en la primera. Y salió con ganas pero, el 21 de noviembre, el barco español rompía el mástil cuando se encontraba en la posición 48º 46´ S, 108º 46´ E. En ese momento Jacinto Criado iba al timón, navegaba a 19 nudos, con vientos de 60 nudos y olas de hasta 12 metros. Tras el incidente, la embarcación tuvo que continuar con un aparejo de fortuna con la botavara haciendo de mástil y los dos tangones colocados en forma de uve invertida, a modo de palo de mesana. El mástil roto medía 27 metros y la botavara del aparejo de fortuna con la que el barco español navegó las últimas 2.000 millas hasta Hobart –casi 3.500 kilómetros– solo 8,90 metros. Dos semanas más tarde, el 8 de diciembre, el Licor 43 llegaba a la capital de Tasmania y, tras pinchar un nuevo mástil, el barco español zarpaba de Hobart para recorrer las 1.600 millas que lo separaban de Auckland a donde llegó en la víspera de Nochebuena.
En la tercera etapa, que unía el puerto neozelandés de Auckland con Punta del Este en el Uruguay, y cuando navegaban a máxima velocidad impulsados por vientos de 30 a 35 nudos y olas de más de 10 metros, volvieron a romper el palo, al parecer por un defecto de fabricación pues el viento no era excesivo. Les faltaban poco más de 150 millas para doblar el temido y fatídico Cabo de Hornos. Sin embargo, con calma, y demostrando la tripulación un coraje fuera de lo común, volvieron a construir otro aparejo de fortuna utilizando trozos de obenques, hasta levantar con ayuda de los tangones un pequeño palo en el que pudieron izar un foque. A cuatro nudos, doblaron Hornos y remontaron el cono sur americano entre duros vientos pamperos y desesperantes días de calma, logrando navegar más de mil millas náuticas hasta alcanzar el puerto uruguayo. El patrón, Joaquín Coello, declaraba que la segunda rotura del palo hundió la moral de la tripulación: “Cedió justo en nuestros mejores momentos de la etapa, cuando habíamos empezado a recuperar posiciones”.

En la última etapa tuvieron más suerte y alcanzaron el puerto de Portsmouth sin ninguna avería. El 7 de abril de 1982, a las 11:19 horas, el primer barco español en participar en la vuelta al mundo a vela y doblar el cabo de Hornos en una regata, el Licor 43, cruzaba la línea de llegada. Falló el barco, pero terminar las cuatro etapas fue lo importante.
Tras finalizar la regata, en declaraciones a los medios, Joaquín Coello declaraba: «nuestra clasificación, que ha sido lo más importante, se ha debido a una labor de equipo y me siento muy orgulloso por haber sido el patrón de un barco donde no ha habido deserciones». En cuanto a su finalización en undécima posición en tiempo real, y en vigésimo puesto en tiempo compensado Joaquín señaló que estos datos son precisamente uno de los puntos negativos: «el puesto es realmente muy malo. Estoy descontento con el funcionamiento del barco».
En cuanto a la tripulación, Joaquín Coello afirmó que al comenzar la regata el nivel técnico no era muy bueno, «pero ahora sí, y el mal funcionamiento se ha debido únicamente al barco y no a ellos». Respecto a la convivencia en el barco durante la travesía, Joaquín Coello afirmó que fue buena: «Hemos tenido discusiones, pero siempre fueron moderadas. En definitiva, nos hemos llevado bien, aunque creo que es importante formar una tripulación de origen más común y de aficiones más unificadas» añadió el patrón del barco español.
El Licor 43 fue penúltimo entre los 20 que regresaron a Portsmouth y su aventura escribió una de las páginas más importantes en la historia de la vela española. Una proeza extraordinaria realizada por tipos como Jorge Brufau, Criado, Paco Fernández, Gallart, Cascon, Toni Guiu, Sotero, Mora, Muñoz, Quero, Ramos, Tibau y Vial, dirigidos por Coello. Grandes marinos de una tierra que entonces no prestaba ninguna atención a la mar, pero que a unos pocos nos hicieron soñar y navegar con ellos durante gran parte de los años 1981 y 1982.
Saludos y buenos vientos.
© Juan Rivas
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