Las navegantes han demostrado con creces que en el mar lo masculino y lo femenino no se diferencian frente al valor, la resistencia, la capacidad de gestión y la estrategia. Por ello compiten en los mismos barcos y en la misma clasificación. Ejemplo de ello es la Barcelona World Race, organizada por la FNOB, que siempre ha contado con destacada participación femenina: Servane Escoffier participó en 2007/08, y Michèle Paret en 2007/08 y 2010/11; en aquella edición hubo el primer dúo completamente femenino, formado por Dee Caffari y Anna Corbella, quien repetiría en la edición 2014/15.
Para la próxima Barcelona World Race, que comienza el 12 de enero de 2019, ya han manifestado su intención de participar tres mujeres: la británica Samantha Davies, la franco-alemana Isabelle Joschkey la española Pilar Pasanau pero puede que no sean las únicas.
La estela de las pioneras
La Barcelona World Race navega tras la estela de las pioneras de la vela oceánica de competición. En noviembre de 1990, Florence Arthaud sacudió el mundo de la regata oceánica al lograr una espectacular victoria en la Ruta del Ron, la travesía del Atlántico de Saint-Malo a Guadalupe. La navegante francesa, de 33 años, batió el récord de la prueba con su trimarán Pierre 1er.
La victoria de la francesa fue el comienzo de una presencia continuada de mujeres con grandes éxitos en la alta competición oceánica.
En la BOC Challenge 1990/91 Isabelle Autissier fue la primera mujer en realizar una vuelta al mundo, quedando en 7ª posición a pesar de sufrir una rotura de palo en la segunda etapa. La francesa logró en 1994 otro espectacular triunfo al batir el récord New York – San Francisco, a través del cabo de Hornos. En 1996, la francesa Catherine Chabaud se convirtió en la primera mujer que logró completar una vuelta al mundo sin escalas al acabar la Vendée Globe, el Everest de la regata oceánica, en 6ª posición.
La presencia de mujeres empezó a ser habitual en las regatas oceánicas y en la Vendée Globe 2000/01, Catherine Chabaud se alineó en la salida con la británica, inglesa de 24. MacArthur realizó una regata extraordinaria al quedar en segunda posición y estar a punto de alcanzar al ganador, Michel Desjoyeaux, en el último tramo del Atlántico Norte.
En 2002, MacArthur logró la victoria en la Ruta del Ron. 12 años después de Florence Arthaud, una mujer subía a lo más alto de la célebre transatlántica y lo hacía con una total superioridad sobre el resto de los participantes, mayoritariamente masculinos.
La navegante británica no acabó aquí y pasó a los multicascos y, en junio de 2004, batió el récord de absoluto del Atlántico Norte (en solitario y con tripulación). Un año después, con 71 días y 14 horas, pulverizó el récord de la vuelta al mundo en solitario, que por entonces ostentaba Francis Joyon, superándolo en más de 1 día y 8 horas.
En 2008, fue otra británica, Samantha Davies, quien dejó una regata para el recuerdo al lograr un extraordinario cuarto puesto en la Vendée Globe 2008, con el Roxy, un barco de dos generaciones anteriores a los nuevos de la época. Davies ha manifestado su interés en participar en la próxima Barcelona World Race.
Un año después, la también británica Dee Caffari, rompió esquemas al dar la vuelta al mundo en solitario sin escalas, de este a oeste, en contra de los vientos dominantes. Caffari completó en 2009 la Vendée Globe y se convirtió en la primera mujer en dar la vuelta al mundo en solitario sin escalas en los dos sentidos. Al año siguiente se unió a Anna Corbella en la Barcelona World Race.
Corbella ya se había convertido en la primera mujer española en realizar una Mini-Transat y con Caffari logró ser la primera en completar una vuelta al mundo sin escalas. En España, Pilar Pasanau el pasado año se convirtió en la primera española en completar dos Mini-Transat.
Son innumerables los ejemplos de mujeres han demostrado en las regatas oceánicas que pueden competir a un nivel igual o superior al de los hombres. Si no hay más éxitos femeninos es por una razón estadística: la presencia masculina es abrumadoramente superior en número. Es algo que tiene que cambiar y sin duda lo hará, a la vez que se consiga una igualdad social real entre ambos géneros en la sociedad.
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