El movimiento de ‘navegar por la ciencia’ es sólo el principio del cambio que tenemos que hacer, en términos de cómo, por qué y con quién hacemos ciencia.
Los más de 600 científicos reunidos en Barcelona en la 2ª Conferencia Internacional sobre Investigación Oceánica concluyen que urge actuar para alertar a políticos y ciudadanos sobre las amenazas que acechan al océano.
El pasado viernes por la tarde concluyó en Barcelona la 2ª Conferencia Internacional sobre Investigación Oceánica, que se desarrolló desde el lunes 17 en el Centro de Convenciones Internacional (CCIB) bajo la organización de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental (COI) de la UNESCO, The Oceanography Society y la Fundació Navegació Oceànica Barcelona.
Hasta 650 científicos de 76 países participaron en este congreso, que sirvió para diseñar la hoja de ruta para la situación del océano de la próxima década. Los expertos del océano concluyeron que urge actuar para alertar a políticos y ciudadanos sobre las numerosas amenazas que acechan al océano, y por tanto también al planeta. Entre ellas, preocupan la sobreexplotación de los recursos marinos, la proliferación de plásticos, los efectos de la acidificación del océano y la disminución de la biodiversidad marina.
También han destacado que es necesario reforzar los nexos de colaboración con la sociedad civil. En este sentido, la UNESCO ha resaltado que el compromiso de la Fundació Navegació Oceànica Barcelona, organizadora de la Barcelona World Race, es un modelo a seguir.
“El movimiento de navegar por la ciencia que inicia la Barcelona World Race es sólo el principio del cambio que tenemos que hacer, en términos de cómo, por qué y con quién hacemos ciencia”, ha espoleado a sus colegas WendyWatson Wright, secretaria ejecutiva de la COI-UNESCO, durante la sesión de clausura de la 2ª Conferencia Internacional sobre Investigación Oceánica, que se celebró en Barcelona nueva años después de la primera cita.
En la tercera edición de la Barcelona World Race, la regata de vuelta al mundo a vela a dos y sin escalas, los navegantes colaborarán en varios proyectos científicos coordinados por la COI-UNESCO. Aleix Gelabert y Dídac Costa, a bordo del barco científico de la Barcelona World Race, el One Planet, One Ocean & Pharmaton, tomarán mediciones de la salinidad y la temperatura del agua superficial del mar y analizarán la concentración de microplásticos en el agua durante la circunnavegación. Además, tanto éste como el resto de equipos evaluarán la calidad del agua superficial del mar para el proyecto Citclops y lanzarán al mar balizas Argo, que recogen datos muy precisos de temperatura y salinidad desde los 2.000 metros de profundidad hasta la superficie del mar, información clave para entender la evolución climática del planeta.
Las embarcaciones surcarán los mares más inhóspitos del planeta, a los que las rutas comerciales no llegan y a los que resulta muy costoso mandar buques oceanográficos, por lo que su colaboración resulta muy valiosa para los investigadores, para recoger datos de zonas poco estudiadas.
Durante el congreso los expertos también han reclamado más cooperación interdisciplinar y una mejor gobernanza, y han pedido que se incluya el océano en la agenda política internacional sobre el cambio climático.
Hay que salir del laboratorio…
¿Hace falta que la investigación progrese para actuar? No. Es la respuesta que han dado los más de 600 científicos de 76 países reunidos en Barcelona. Urge actuar ya. En este sentido, los mayores expertos en este campo han destacado la necesidad de salir de sus laboratorios para alertar no sólo a los políticos, sino también al público en general, sobre las amenazas que acechan al océano, y por tanto también al planeta.
La contaminación, la sobreexplotación de los recursos marinos, la proliferación de plásticos, la hipoxia o zonas muertas sin oxígeno, la acidificación del océano y sus efectos sobre algunas especies, la disminución de la biodiversidad marina, el aumento de la temperatura del agua… Los desafíos relacionados con el océano son enormes. Aunque la investigación aún tiene que progresar, no se puede demorar la gestión amparándose en la espera de obtener nuevos datos. La urgencia es aún mayor en aquellas intervenciones que implican la explotación de los fondos marinos (por ejemplo, la explotación minera de los fondos marinos para extraer manganeso y otros minerales).
“Tenemos que reformular radicalmente la manera en que la ciencia puede cooperar. Hoy, la cooperación científica no puede ser un lujo. Estamos todos de acuerdo en que los mayores problemas del océano requieren soluciones globales que implican una investigación lo más amplia posible”, ha declarado Wendy Watson Wright, secretaria ejecutiva de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO, en el transcurso de la ceremonia de clausura del congreso, a la que también han asistido Mike Roman, de The Oceanography Society; Lisa Emelia Svensson, embajadora sueca para el océano, el mar y el agua dulce, y Françoise Gaill, director de investigación del Centro Nacional de Investigación Científica francés.
Aún hoy un tercio de las especies marinas no han sido identificadas. También hay mucho por descubrir sobre la capacidad de adaptación de las especies marinas al cambio climático, o sobre cómo les afecta la proliferación de microplásticos. En cualquier caso, la ciencia dispone ya de bastantes elementos para medir la amplitud de la degradación y la urgencia de actuar. Por ejemplo, sobre la proliferación de medusas en las costas japonesas, que antes se producía cada 40 años y que ahora es un fenómeno prácticamente anual. También están ya muy documentadas las consecuencias concretas de la acidificación sobre el desarrollo de los mariscos, especialmente de las ostras.
Los participantes han resaltado que los últimos proyectos de las ciencias del mar deben mucho a los programas científicos internacionales, como el sistema mundial de observación del océano (GOOS) o el proyecto de investigación integrada sobre la bio-geoquímica marina y el ecosistema (IMBER), para recopilar datos y favorecer el intercambio de conocimientos. Pero los expertos han reclamado una mayor cooperación científica, más allá de disciplinas y especialidades. Por ejemplo, han subrayado la contribución de las ciencias humanas en la comprensión y la percepción de determinados fenómenos.
Pero ¿cómo lograr que los resultados de los trabajos de investigación se traduzcan en decisiones políticas y en una sensibilización del gran público? Ahora más que nunca, los científicos tienen que salir de sus laboratorios y tomar parte en los debates de la sociedad. Porque algunos fenómenos como la acidificación del océano progresan a un ritmo acelerado, pero las mentalidades evolucionan lentamente.
Una de las maneras de promover el cambio consiste en apoyarse en los éxitos políticos desarrollados. Por ejemplo, en Estados Unidos en el 64% de las pesquerías sobreexplotadas la población de peces se ha reconstituido.
También se ha concluido que es necesario reforzar los nexos de colaboración con la sociedad civil. En este sentido, según los científicos el compromiso de la Fundació Navegació Oceànica Barcelona, organizadora de la Barcelona World Race, tiene que dar ejemplo. Durante la regata de vuelta al mundo los navegantes recopilarán datos del océano y lanzarán boyas Argo para medir la salinidad y la temperatura. Además, el barco científico, el One Planet, One Ocean & Pharmaton, efectuará mediciones sobre la presencia de plásticos.
Pero la protección del océano pasa también por una mejor gobernanza. Los científicos opinan que los organismos y las instituciones encargados de la investigación, la vigilancia y la preservación del océano son demasiado numerosos y dispersos para permitir una acción concreta y eficaz.
Al absorber casi un cuarto de las emisiones de CO2 que la actividad humana vierte en la atmósfera, el océano tiene también un papel regulador determinante en el cambio climático. Sin embargo, el océano ha ocupado hasta ahora un lugar marginal en las negociaciones internacionales sobre el clima, concentradas sobre todo en las emisiones terrestres de dióxido de carbono. Así, los científicos han destacado la necesidad de cambiar esta situación y de hacer que el océano tenga el sitio que se merece en estas negociaciones, de cara a la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), que tendrá lugar en París en 2015.
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