Navegar con foils implica mucho que aprender.

El uso de los foils puede crear en un IMOCA un empuje de más de dos toneladas.

Una cosa es cierta, dentro de unos años todos los monocascos en la Vendée Globe estarán equipados con foils, ya que las ventajas de los nuevos apéndices son innegables. Sin embargo, todos los patrones que navegan en IMOCA de nueva generación todavía tienen que aprender a dominarlos.

Sesión de entrenamiento oceánico del Safran: El monocasco está volando en un viento cruzado de alrededor de 20 nudos. Desde la cabina del piloto, Morgan Lagravière se prepara para bajar el foil de barlovento. Un interruptor de palanca conectado a un elevador le permite desplegar el foil sin mucho esfuerzo. Con la velocidad de la embarcación, el foil comienza a trabajar, levantando gradualmente el casco del agua. Luego, a medida que aumenta la aceleración, aumenta la elevación del foil haciendo que poco a poco, el tercio de proa esté fuera del agua. A bordo, los movimientos del barco son cada vez más violentos y, debido a las variaciones de velocidad, el piloto automático hace cada vez más correcciones de rumbo. Pero el Safran está volando a casi 30 nudos; más tarde se pudo comprobar que el GPS registró una velocidad media de 28 nudos a lo largo de varias millas durante este entrenamiento.

Navegación muy fina.

Para Morgan, al igual que para los otros navegantes con IMOCA de nueva generación, el reto es tener en cuenta los nuevos parámetros cuando se utilizan los foils. El primer problema al que se enfrentan es que hay que acostumbrarse a una navegación más incómoda. «Con los foils, la vida a bordo es un poco más difícil», señala Roland Jourdain, quien ha podido comprobar por sí mismo la diferencia en el comportamiento de estos barcos de nueva generación. «Además del ruido infernal, que es particularmente fuerte cuando están trabajando los foils, tienes que aprender también a protegerse de los movimientos a veces muy bruscos de la embarcación, especialmente durante la desaceleración. Ahora estamos investigando el tipo de ropa que vestirá Morgan la cual tiene que absorber algunos de los golpes que inevitablemente se va a dar».

© Jean-Marie Liot / DPPI / Safran
© Jean-Marie Liot / DPPI / Safran

Otra dificultad es la gestión de la potencia añadida de los foils. Morgan es consciente del riesgo: «No te puedes dejar llevar», dice. «El uso de los foils puede crear un empuje de más de dos toneladas, una energía que tenemos que aprender a manejar. Paradójicamente, en un monocasco convencional, la reducción de la superficie vélica para evitar una presión excesiva sobre el aparejo te la indica el ángulo de escora. Sin embargo, en un foiler, el patrón es el que tiene que sentir si el barco está o no sobre-presionado… y eso es algo mucho más sutil de lo que parece».

Navegar en un IMOCA de última generación requerirá una verdadera capacidad de adaptación en la búsqueda de los límites correctos, en familiarizarse con el comportamiento del barco y en mitigar las molestias que va a ocasionar al patrón. «Hacer frente a los nuevos desarrollos y a la búsqueda de soluciones es justo lo que le gusta hacer a Morgan», incluso si es Jourdain quien lo dice!

Saludos y buenos vientos.

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